....soy de la rosa y la mar... soy el escaramujo
(Silvio Rodríguez)

sábado, marzo 16, 2024

Un poema de Antonio Requeni

Una piedra recogida en una playa de Creta


El don de la vida me ha sido concedido
para estar hoy aquí, para ver este mar
que vieron, como yo, otros húmedos ojos
hace mil, dos mil años,
y alzar entre mis dedos una pedira
devastada que trajeron las olas
como botín inútil arrancado a los siglos.
¿Qué es una piedra? Nada, nada más que una piedra
a la que le fue negada la gracia de vivir.
(Dichoso el árbol que es apenas sensitivo
y más la piedra dura porque esa ya no siente).

Nada siente esta piedra y sin embargo
estará cuando todos-tú, lector, yo, poeta-
no seamos siquiera la resaca
que la espuma abandona en las orillas.
Esta piedra en mi mano, resto fósil del tiempo,
no sostuvo una torre, no fue estatua o palacio,
no dio alegría para siempre, pero
quizás un día Ulises la llevó hasta sus ojos
y distraídamente la devolvió a las aguas
que oscurecieron su color de vino.
O tal vez una noche Kazantzakis
la pisó mientras iba leyendo en las estrellas
el ardiente mensaje que inspiró su epitafio.
Ella es muy poco entre mis dedos, sólo
superficie pulida, peso leve: una piedra;
pero en su inerte forma late, oscuro el enigma
de lo que pasa y lo que permanece.




Antonio Requeni ( Argentina)
Publicado en Revista Ñ. 28 (2006)


Nota: El verso " Dichoso el árbol que es apenas sensitivo/ y más la piedra dura porque esa ya no siente" pertenece al poema "Lo fatal" de Rubén Darío.

sábado, marzo 09, 2024

Un poema de Alberto Laiseca

Tú y yo


La arenisca penetra en mis cejas y en tu pelo.
La muerte tiene ojos de almendra,
cuando extiende su Decreto Imperial.
Sólo una huella de ceniza
es la imagen del espejo destrozado.
Sin duda, mañana, algún día,
haciendo equilibrio en el borde de una campana vuelta de revés,
un sonido más fuerte nos sacará del circulo
empujándonos hacia el fondo.
Mañana, algún día,
emprenderemos viaje a los Torrentes Amarillos *
donde la luz se detiene
y el sonido se sumerge en la madera celestial.
Pero hoy, el cerezo del árbol, tiene más realidad
que los diez lejanos ángulos de la tierra.
Hoy estamos juntos, tú y yo.



Wu Yang Tsu. Dinastía Shang.


*Esta antigua alegoría china significa La Muerte

(aclaración del autor)


Alberto Laiseca ( Argentina)
Publicado en el libro "Poemas chinos". Editorial Gárgola (2005).

sábado, marzo 02, 2024

Una canción de Amália Rodrigues

Fui al mar a buscar sardinas







  Mercado do Bolhão (Porto-Portugal)
Foto: Myriam Rozenberg (06.06.23)



Fui al mar a buscar sardinas
Para darle a mi amor
Me perdí en las ventanitas
Que espiaban desde el vapor

A espiar allá desde el vapor
Vi la cara de un francés
Y sea allá como sea
Voy al mar otra vez

Yo fui al mar otra vez
Allá el vapor de agitado
Ahí ya no vi al francés
Vine de allí toda mojada

Saltó de mi toda esperanza
Saltó del mar la sardina
Salta la pulga de la balanza
No pasa nada, no era mía

Voy al mar a buscar sardina
Ya me olvidé del francés
La idea no es mía
Ni  mía ni tampoco de ustedes

Cosas que me hago idea
Después de haber ido al mar
Será que me entró arena
Donde no debía entrar

Puede no tener sentido
Puede que el verso no quepa
Pero no querrían saber
Lo que me he reído

No es para adivinar
Que no me gustan los acertijos
Ya saben que fui al mar
Y fui allí a buscar sardinas

Sardina que anda en el mar
Debe estar reconfortada
Tiene agua, sabe nadar,
¡Desearía ser sardina!


Letra: Amália Rodrigues ( Portugal ) - Música: Carlos Gonçalves (Portugal)
Traducida del portugués por Myriam Rozenberg

sábado, febrero 24, 2024

Un tango de Raúl Garello

Aquel viejo marinero


Las calles de la Boca lo veían
con su pipa, su sombrero y su distancia
y todo el aluvión de fantasías
que con su ronca carcajada regalaba
con ese vozarrón de marejada
habitaba el almacén y las mañanas
y en el bolsillo grande de su traje
bailaba siempre una botella de coraje.

rostro mágico y curtido
navegante de los mares y la soledad
su perfil de aventurero
recaló en los remos
de aquel bote fuerte y viejo como él
el rumor del Riachuelo
quiso hacerlo su botero
navegándole la voz
pero el viejo marinero
en silencio una mañana
dejó el río y se fue al mar.

A veces repetía y maldecía
con su copa, su tabaco y su misterio
y erguía con su vientre de gigante
mil secretas profecías de otras tierras
con ese pantalón viejo y raído
caminaba por las calles su riqueza
y en sus ojillos pícaros de viajes
brillaba siempre la muchacha del tatuaje.


Raúl Garello ( Argentina)
Publicado en Todo tango

sábado, febrero 17, 2024

Un fragmento de un libro de José Eduardo Agualusa

Cuando Diogo Cão y sus marineros desembarcaron en la desembocadura del Zaire y preguntaron a los hbitantes cómo se llamaba la región, se les dijo que era Soio. Pero Diogo Cão advirtió que los naturales le habían respondido en buen portugués que era “Sueño, señor” y quedó maravillado, no tanto por encontrar, en aquel fin del mundo, gente cultivada en el idioma lusitano sino, sobretodo, por la excelencia y propiedad del nombre.

El cielo se movía y gritaba con pájaros largos, los pantanos pulsaban extrañas formas de vida y el río se explayaba, oscuro y pesado, por dentro del mar y era tan largo allí que la otra margen se confundía con el horizonte. 

En 1953 el paisaje era todavía casi idéntico, pero la ciudad ya no se llamaba Sonho, y sí Santo António do Zaire. En aquel año, el mismo año en que Lídia se mudó para Berlín, nació allí un niño que recibió el nombre de Tiago, más concretamente, Tiago de Santiago da Resurreição André. Fue el primer niño, después de siete hermanas. El padre era ayudante de enfermería, natural de la región, y la madre era una señora de M'Banza Congo, que se dedicaba al comercio de telas y sevanagloriaba de pertenecer al linaje real Bacongo. 

Santiago tenía una memoria prodigiosa. Contaba episodios de su infancia, detallando los más mínimos detalles, de tal manera que yo estaba convencido de que los estaba inventando mientras hablaba. Tiempo después estuve seguro de que no. Yo estaba acostumbrada a hacer un juego: le leía una página de un libro, sin pausas o repeticiones, y una semana después venía a visitarme y me repetía letra por letra aquello que yo le había leído. Raramente fallaba. 

La madre de Tiago quería que él fuera sacerdote. Pensaba, tan pronto como el niño tuviera edad suficiente, enviarlo al Seminario. Pero las cosas no ocurrieron así. Un día, en febrero de 1961, el padre de Tiago llegó a casa muy nervioso. “Parece”, susurró, “que sucedió algo muy malo en Luanda, confusiones entre negros contra blancos, blancos contra nosotros. Una gran desgracia”. Al día siguiente se supo que las cárceles de la capital habían sido atacadas por grupos de hombres armados con cuchillos y machetes y que los portugueses, locos de odio y priincipalmente de miedo, habían caído sobre los musseques* y estaban matando gente.



José Eduardo Agualusa (Angola) 
Extracto del libro "Estação das chuvas"
Dom Quixote Publicações (1996)
Traducido del portugués por Myriam Rozenberg

-----

* musseque: es un barrio muy humilde, con casas precarias, lo que sería una villa de emergencia en Argentina o una favela en Brasil. El término es usado en Angola.

sábado, febrero 10, 2024

Un poema de Kurt Brown

Pescador 


Un hombre pasa su vida entera pescando en sí mismo
buscando algo grandioso. Es como un barco perdido, lo suficientemente grande
como para batir todos los récords. Pero él sólo ha oído rumores, mitos, 
vagas promesas de asombro. Sólo ha sentido la sombra 
de algo enorme oscureciendo en su vida. ¿O no? 
Tal vez sea la sombra de otros peces, más grandes que la suya, 
la sombra de las almas de otros hombres pasando sobre él. 
Cada día toma su equipo y emprende su camino 
hacia el océano. Al menos de está seguro de eso: ¿o no? ¿Es el océano 
o el pequeño charco de sus lágrimas? ¿Es este su bote 
o los tableros deshilachados de su ego, arrasados por la tormenta? 
Se aleja, sintiendo la tierra caer bajo sus botas. 
Pronto estará a la deriva bajo las nubes, el viento susurrando halagos 
en sus oídos. Podría ser hoy: el agua se mueve 
y se asienta como un pecho*. . . No está muy lejos. 
Es todo tan placentero, tan reconfortante--la luz del sol,
las olas. Volverá pronto pensando: "Quizás esta noche". 
La noche con sus ocultaciones, su sombra enmascarando todas las demás sombras. 
La noche con su intimidad, sus estrellas seductoras y lejanas.




Kurt Brown (Estados Unidos)
Publicado en Poets.org
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg



* En el original aquí figura la palabra “chest”. Chest fue ser tanto pecho, como cofre, como la mochila donde los pescadores colocan los accesorios para la pesca. Elegí la palabra pecho, que suele inflarse y “asentarse” luego de largar el aire.

sábado, febrero 03, 2024

Un poema de Pedro da Silveira

Vila das velas – São Jorge

 

En esta isla, sobre la punta extrema

Donde el sol despierta

Habitó Willen van der Haaghe

 

(Tiempos antiguos, flamencos

De la Aventura.

En paz descansen. Dejemos eso:

Genealogías sepultadas)

 

Me gusta un paisaje así:

Áspero,

Duro,

Varonil

-bello!

 

En los ojos de las mujeres todavía existe

La nostalgia de las campinas rasas*

De más allá del Passo de Calais.

 

Pedro da Silveira (Portugal). Del libro Diário de Bordo.

Publicado en https://picodavigia2.blogs.sapo.pt/tag/psilveira

Traducido del portugués por Myriam Rozenberg

 

 

*campinas rasas: ya expliqué la dificultad en la traducción de este término en mi posteo de José Afonso en https://elescaramujo.blogspot.com/2023/09/una-cancion-de-jose-afonso.html

 

sábado, enero 27, 2024

Un poema de Julia Donaldson

Ocho tentáculos



Si tan solo tuviera un pulpo
Pronto terminaría mis tareas domésticas. 
Lo pondría a trabajar en la aspiradora
Con el tentáculo número uno. 
El tentáculo dos agarraría un trapo de piso
Y empezaría en el suelo de la cocina
Mientras quitaría el polvo y puliría los muebles 
Con los tentáculos tres y cuatro. 
El tentáculo cinco abriría la canilla. 
Y emprendería el lavado 
Mientras el tentáculo seis se tomaría un merecido descanso 
Y acurrucado alrededor de una taza de porcelana. 
El tentáculo siete haría las camas. 
Y pondría derechas todas las almohadas, 
Y todo el tiempo estaría haciendo equilibrio 
Sobre el tentáculo número ocho.


Julia Donaldson ( Escocia)
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

sábado, enero 20, 2024

de números y costos

La belleza de la matemática desaparece cuando se usan los números para asentar las horas de un trabajo. O más aún, limitarlas a esas cuyas tareas constituyen una inversión.

Una es simplemente una farmacéutica y no un contador, entonces, esa tarea aparentemente sencilla, se complica.

En mi condición de conocedora de ingredientes de un medicamento, ignoro la suma que se ha dado en llamar costo. Resultado importante, padre de todos los precios.

Registro las horas mías, las de ellas, las de aquellas. Y no solo los momentos productivos.

Para saber el tiempo preciso, he de detenerme especialmente en los días de enfermedad, de estudio, de vacaciones: los momentos repletos de vida que se desaprovechan.

sábado, enero 13, 2024

Un poema de Homero Aridjis

El ojo de la ballena


Y Dios creó las grandes ballenas.
Génesis, I, 21


A Betty



Y Dios creó las grandes ballenas
allá en Laguna San Ignacio,
y cada criatura que se mueve
en los muslos sombreados del agua.

Y creó al delfín y al lobo marino,
a la garza azul y a la tortuga verde,
al pelícano blanco, al águila real
y al cormorán de doble cresta.

Y Dios dijo a las ballenas:
«Fructificad y multiplicaos
en actos de amor que sean
visibles desde la superficie

sólo por una burbuja,
por una aleta ladeada,
asida la hembra debajo
por el largo pene prensil;

que no hay mayor esplendor del gris
que cuando la luz lo platea.
Su respiración profunda
es una exhalación».

Y Dios vio que era bueno
que las ballenas se amaran
y jugaran con sus crías
en la laguna mágica.

Y Dios dijo:
«Siete ballenas juntas
hacen una procesión.
Cien hacen un amanecer».

Y las ballenas salieron
a atisbar a Dios entre
las estrías danzantes de las aguas.
Y Dios fue visto por el ojo de una ballena.

Y las ballenas llenaron
los mares de la tierra.
Y fue la tarde y la mañana
del quinto día.


Después de un viaje a Laguna San Ignacio,
1 de marzo de 1999


Homero Aridjis (México)
Publicado en Cervantes virtual

sábado, enero 06, 2024

Un poema de Kazis Boruta

El Báltico


Una noche ventosa el sol
se hundió en el Mar Báltico.
Los pescadores de ámbar zarparon
en el Báltico para pescar el sol.
El Báltico formó espuma a través de la noche.
Por la mañana los pescadores trajeron
el sol hacia la orilla en una barcaza de color ámbar.


Kazis Boruta (Lituana)
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

sábado, diciembre 30, 2023

[Me escabullo]

Me escabullo.

El cree que me encuentra.

Me hago transparente.

No quiero sexo. Estoy en ese tiempo en que se hiberna.

Siento más placer en las palabras que se desangran en los libros, en la tarde enamorada del sol, en el tacto de la poesía.

Su verde no me excita.

Amigos que se arriman en silencio.

Hablemos de todo lo que quieras, sin intercambio de fluidos.

domingo, diciembre 24, 2023

comentarios sobre tres libros

En las últimas semanas leí algunos libros que confluyen entre sí por tratar diferentes aspectos del judaísmo.


El más liviano, que me sacó varias sonrisas, es el libro "Nunca bailes en dos bodas a la vez" del argentino Carlos Ulanovsky, que describe las aventuras de un animador de fiestas durante el casamiento de un par de jóvenes. Podría ser la inspiración de un corto; me hizo acordar al episodio "Hasta que la muerte nos separe" de la película "Relatos salvajes". Una novela llena de rikudim y knishes. Para pasar el tiempo y divertirse.
Después vienen las historias potentes, las que movilizan y dejan pensando.
"El que mueve las piezas" de Ariel Magnus, también argentino, que inventa un encuentro entre el apasionado por los libros que fue su abuelo judío alemán con ajedrecistas que llegan a un participar en un torneo mundial en Argentina.
En un momento me generó ruido, que entre tantos famosos, no nombrara a Miguel Najdorf, después lo mencionó en forma fugaz.
Para el abuelo de Magnus hay dos espacios de salvación: el geográfico, nuestro país, Argentina, y el físico: el libro, donde es posible la libertad más genuina.
Hay un encuentro imaginario, también, entre abuelo y nieto escritor, cosa que también me hubiera gustado que me sucediera.
De Magnus ya leí hace mucho tiempo el libro " La abuela", sobre su ídem, víctima del nazismo.
Por último, el libro que terminé hoy, breve, una nouvelle quizás, es "Dora Bruder", de Patrick Modiano, un autor francés que fue premiado con el Nobel de Literatura.
Es la historia de una adolescente judía, Dora, que desaparece en plena ocupación alemana a Francia. A través de la investigación que hace el autor, décadas después, encuentra rastros de la biografía de la joven, pero, sobre todo, empieza a identificar en los pocos registros que se conservan, a tantos otros que fueron secuestrados y llevados a los campos de concentración y cámaras de gas, anonimizados por el abrumador número de la barbarie.
Todas estas personas tuvieron padres, esposas, hijos, novios, pasiones y sueños pero sus nombres fueron borrados no solo de los archivos, sino de la memoria colectiva. Es como si nunca hubieran existido.
Conozco esa sensación. Eso me pasa cada vez que reinicio el árbol genealógico de mi lado paterno. Decenas de familiares asesinados en los campos de concentración de los que apenas se encuentran trazas en los archivos polacos.
En "Dora Bruder" se denuncia, en forma aséptica, casi periodística, la participación de los franceses como colaboradores de los nazis, desde los puestos más altos hasta los vecinos más cercanos. Estos personajes se mezclaron con los miembros inocentes de la sociedad, luego de la guerra, sin tener que pagar por esos delitos.
Estos tres libros son diferentes abordajes de temáticas judías. Hay momentos para llorar, reflexionar, momentos para seguir casándose y perpetuándose y también momentos para reir.
Hay un tiempo para cada cosa, como nos enseña tan sabiamente Kohelet.



sábado, diciembre 23, 2023

Un poema de Aileen Cassinetto

Pequeña historia de viaje

 


La culpa, querido Arcturus, no está en tu estrella.
Me temo que malinterpretamos los oleajes
como exploradores que confunden un continente con otro.

“Colón extendió Asia hacia el este hasta que Japón casi besó las Azores.”
“La flota del tesoro china había sido suspendida mucho antes de que Magallanes se hiciera a la mar”.

En otras palabras, ellos fueron imprecisos y perecieron.

(Mirad el vuelo de los pájaros en el aire enrarecido,
desde el lugar de reproducción hasta el lugar de invernada.
Mirad la intención y su pariente, la precisión.)

Sea como fuere, siempre estuvimos destinados al movimiento.

Mira cómo la Ruta de la Seda estaba pavimentada con huesos de caballos.
Y más que gusanos de seda de contrabando, traía azúcar, plata,
papel: un cambio total del mundo.

Mira cómo floreció el comercio de especias,
apuntalando un imperio, sus galeones, implacables portadores de un comercio de esclavos de Manila a Acapulco.

El mundo obtuvo su canela, su cacao, su casia y su cardamomo,
su lapislázuli y su rubí balas- antiguo y veteado de zafiro.
Somos apasionados por viajar.

Y los más valientes de nosotros miraron hacia arriba y recordaron todo-
la estrella fija, las cacerolas, el rey, la reina, el cuidador de las osas-
rojiza y la cuarta más brillante en todo el cielo nocturno, querida,

recordaron también al cardenal de los viejos campos y de cada borde de camino-
brillantemente azul y a veces verdadero- en el mismo cielo nocturno,
deambulando su camino a casa.


Aileen Cassinetto (Filipinas)
Publicado en Poets.org
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

miércoles, diciembre 20, 2023

sábado, diciembre 16, 2023

Un poema de Marco Antonio Madrid

Mutaciones


Hasta el duro cielo de estas rocas
Ha llegado el mar.
En él, recuerda el agua
Su antigua germinación de sombra,
El paso del ánade y la huella
Acaso feliz de algún hombre,
Se confunden con las hojas que caen
De la lluvia.
Cenizas, nostalgia… hojas manchadas
De luz que el viento aún esparce
En algún lugar de la memoria.
Hasta el duro cielo de estas rocas
Ha llegado el mar.
Bajo su oleaje, la palabra
En los labios, descansa.


Marco Antonio Madrid ( Honduras)
Publicado en Cardenal Revista

sábado, diciembre 02, 2023

[La multitud duerme abrazada...]

La multitud duerme abrazada
en una grandiosa tienda que navega.
 
¿Qué hacemos? ¿Cuánto esperamos?

El aroma a aceituna nos abrió el apetito.
¿Acaso hay algo más que olas en las entrañas de la tierra?
¿Hay otra cosa que el polvo
que se desprende
del roce indecente de nuestra piel,
adheridos,
como estamos,
uno con el otro,
espalda contra espalda?

¿Cómo se mide la espera de un animal con alas?
¿En el trasluz de su canto prodigioso?

¿Cómo será su insignia?

¿Racimos triturados sobre la borda?
¿O la presencia de larvas de mosca blanca?

Hay una juventud que añora lo que nunca tuvo:
árbol, suelo, calma.



(De la serie El Tanaj revisitado)

sábado, noviembre 25, 2023

Un poema de Francisco Ivan

 

[un barco escucha ecos de cruzadas saladas en la mente del poeta]

 

Siempre al mar
Sentado, mirando,
Sin hacer nada.
Y un barco está allí,
Arrojado en la arena después de tanta sal,
Salpicado por las estrellas.
Siempre al rio.
¡Las velas! Un seco trapo amarillento
En él solo habitando ecos.



Francisco Ivan (Brasil)
Publicado en “A poesía de Francisco Ivan” de Ciro Soares dos Santos. Editora IFRN (2021).
Traducido del portugués por Myriam Rozenberg

sábado, noviembre 18, 2023

Una cantiga tradicional portuguesa

La ropa del marinero

 


La ropa del marinero
y la ropa del marinero
no es lavada en el río.
No es lavada en el río.

Y es lavada en el mar alto
y es lavada en el mar alto
y a la sombra de su navío.
A la sombra de su navío.

Y a la sombra de su navío
Y a la sombra de su navío
No es lavada en el río
es la ropa de mi amor


Cantiga tradicional (Portugal)
Traducido del portugués por Myriam Rozenberg


(Encontré muchas versiones en la red y opté por ésta. En Youtube y Spotify pueden escucharse muchas canciones con esta letra y agregados, en diferentes ritmos folklóricos portugueses.
Si alguien se ofrece a pasarme algún texto más formalizado, por favor, contactarse a mi correo)

 

sábado, noviembre 11, 2023

{La escudilla revela...]

 [ La escudilla revela...]



La escudilla revela
la potencia
de los recuerdos
de la infancia
agrios, punzantes, dolorosos

Señora Cho,
aún siento el aroma del kimchi
en las habitaciones de mi casa

sábado, noviembre 04, 2023

Un poema de Pedro Nicolás Carrizo

La Hora Justa


¡Las Elisas llegan tarde!

¡Corrijan el tiempo!
¡Un arpón al agua que detenga el reloj de las olas!

Yo tengo las arenas lejos

Y la copa con cinta transparente.

Un pedacito de planisferio
Me cuelga en una pestaña

Por los sismos que la frenan.
¡Conviertan el mundo con otros relojes
que las Elisas llegan tarde!

Y el sol lleva duda de cueva.
Una pastilla con engranajes concientes
Que no derrumbe la puerta de esperarla
Ni el ojo de dios en una ventana rota.

¡Ahí amor de ecos que suben escaleras!

Un mordisco de ojos
He retratado en los recuerdos
pero los surcos son filos de mar
de una bailarina que no me danza

y humedad.
¡Corrijan el tiempo!
¡Los bosques crecen!
¡Las orejas se extienden con espejos de elefantes!
¡Las Elisas llegan tarde!

Voy... corriendo... poesías...
aunque sea tarde
morir ayer.


Pedro Nicolás Carrizo ( Argentina)
Publicado en "Patagonia, lee, tierra de poetas" (2022).
Edición de Tomás Watkins e Iván Moyano para el Centro Editor del CeDIE Neuquén.

martes, octubre 31, 2023

La piedra murmuraba

La piedra murmuraba

 


Foto: Myriam Rozenberg
Tomada el 18.06.23 en Belém, Lisboa, Portugal


Él me pidió de mi viaje solamente una piedra.
Escogí una a metros del castillo de Guimarães
pero me pareció que era pequeña, insuficiente.

Cuando tuve oportunidad
busqué otra
que evidenciara
en forma más expresa
el cariño que le tengo.

Fue en la arena de Belém
frente a la Torre
que atrapé un objeto
con forma de pedrusco.

Estaba húmedo aún
y lo envolví en un pañuelo de papel tissue
para que se secara.

Horas después, en el hotel,
comencé a sentir un aroma extraño, desafiante.

Recorrí la habitación por completo:
el baño, los armarios,
los cajones de la mesa de luz.
La fetidez salía del bolsillo interno de mi bolso.
Había olvidado sacar la piedra
a la que encontré adherida
al papel tissue como un hermano.

La olfateé.
La piedra murmuraba
su historia de abrazos con cardúmenes
la morada de un mundo
que genera mil preguntas
que desencadena,
como el amor,
mareas, torbellinos y silencios.

¿Quién soy yo
para despojar
el grito de la sardina
que se había negado a ser pescada
y eliminarlo con agua de la canilla?
¿No sería acaso un doble martirio?

Dejé la piedra en Lisboa.

De mi viaje,
cuando lo vea,
le llevaré estas reflexiones
que son mucho más valiosas.



sábado, octubre 21, 2023

Un texto de Robert L. Stevenson

Hands era el amigo más cercano de John Silver «el Largo», del cual ya es hora que hable: nuestro cocinero, «Barbecue» como le llamaban los otros tripulantes. Desde que subió a bordo, y para moverse con mayor soltura, había sujetado su muleta al brazo con una correa que ataba a su cuello, lo que le permitía usar ambas manos. Era admirable verlo cómo atendía a sus guisos apoyando el pie de la muleta contra un 1 mamparo, lo que le daba el mejor sostén ante el bandear de la goleta. Y mas aún contemplar su paso por la cubierta en medio de los más recios temporales. Para ayudarse había amarrado unas guindalezas que lo defendían en los tramos más abiertos -«empuñaduras de John», las apodaron los marineros -y asiéndose a ellas volaba de un sitio a otro lo mismo usando su muleta que arrastrándola, con la misma prestancia que otro de piernas vigorosas. Sólo quienes habían navegado ya antes con él se lamentaban de sus perdidas facultades.

-No ha habido dos como Barbecue -me contó un día el timonel-. Y no creas que no tuvo buena educación en su mocedad, y cuando quiere saber hablar como los libros, y en cuanto a valor... ¡un león es nada a su lado! Con estos ojos lo he visto trincar a cuatro y romperles a los cuatro la cabeza de un solo golpe... ¡y estando él desarmado!

Desde luego toda la tripulación lo respetaba y obedecía. Tenía una maña especial para hacerse con cada uno y a todos sabía prestarles la ayuda precisa. Conmigo no tuvo sino la mejor disposición, y me trató siempre con alegría al verme aparecer por la cocina, y he de decir que cuidaba de ésta como el más escrupuloso de los criados limpiaría la plata: todas las cacerolas lucían brillantes y ordenadas. Y allí, en un rincón, colgaba una jaula donde vivía su loro.

-Pasa, Hawkins -me decía-; siéntate a echar un párrafo con el viejo John. Eres la persona que veo con más gusto, hijo. Siéntate y vamos a oír lo que tenga que decirnos el Capitán Flint. Le puse ese nombre a mi loro por el famoso pirata. Bien, Capitán Flint, predice el éxito de nuestro viaje. ¿No es así, Capitán? 

Y el loro empezaba a decir a toda velocidad:
-¡Doblones! ¡Doblones! ¡Doblones! -y seguía sin parar hasta que parecía enronquecer y John le echaba por encima de la jaula un paño bajo el que enmudecía.

-Ahí donde lo ves, Hawkins -me decía-, este pájaro tiene lo menos doscientos años... y hay quien dice que algunos viven eternamente. Este ha visto ya pasar más condenaciones que el mismísimo Satanás. Ha navegado con England, con el gran capitán England, el pirata. Ha estado en Madagascar y en Malabar, en Suriman, en Providence, en Portobello. En Portobello, cuando el rescate de los famosos galeones de la Plata. Allí aprendió a gritar «¡Doblones!», y no es para menos: ¡más de trescientos cincuenta mil que sacaron a flote, eh, Hawkins! Estuvo cuando el abordaje al Virrey de las Indias, a la altura de Goa; allí estuvo, y lo miras y parece inocente como un niño. Pero tú no has olvidado el olor de la pólvora, ¿verdad, Capitán?

-¡Todos a sus puestos! -chillaba el loro.

-¡Ah, qué alhaja! -decía el cocinero, y le ofrecía entonces unos terrones de azúcar que llevaba en el bolsillo; y el loro se agarraba con su pico a los barrotes de la jaula y empezaba a lanzar maldiciones sin tino.


Robert L. Stevenson (Reino Unido)
Texto extraído del libro "La isla del tesoro" (2006). Editorial del Cardo.

sábado, octubre 14, 2023

Un extracto de un libro de Ariel Magnus

Esta no es una cita literaria sino que pertenece al diario íntimo de mi abuelo paterno Heinz Magnus, oriundo de Hamburgo, Alemania, que llegó al dique cuarto, sección octava, del puerto de Buenos Aires, a las 7.30 de la mañana del sábado 14 de agosto 1937. Sé que llegó ese día porque en la prensa figura el arribo del Vigo y sé que se subió a ese barco porque tengo su diario íntimo, a pesar de que su nombre no está registrado en la base de datos del CEMLA (como sí está, por ejemplo, el de mi abuela Liselotte Jacoby, que llegó al país unos meses antes que Mirko Czentovic).

El diario de mi abuelo empieza antes, en diciembre de 1935, pero esta es la primera entrada literaria, al menos en que apela a la descripción y cuenta en presente cosas que pasaron hace horas, como se espera de una novela narrada en primera persona (la de Stefan Zweig, sin ir más lejos). Las luces del puerto como imagen taquigráfica de ese mundo ya lejano, al que por cierto nunca volvería (en el único viaje largo que haría prefirió visitar Estados Unidos, nadie en la familia entendió nunca por qué, y es mi deber averiguarlo), podrían figurar incluso en uno de los poemas que Heinz venía escribiendo desde los 15 años y que recopiló en un cuaderno, con índice y prólogo, que también llegó hasta mí. Algunos de estos poemas son impactantes, sobre todo por su clarividencia respecto al nazismo. En mayo de 1933, pocos meses después de que Hitler subiera al poder, mi abuelo rimaba «A los alemanes» versos en alemán que decían más o menos así:

Verdadera tragedia solo hay
Donde se la ve desde el inicio.
Para quien la vive en carne propia
No es tragedia, sino destino.

Con 19 años, Heinz Magnus entendió enseguida que «el aturdimiento se posa / sobre el cerebro de la masa» y que «lo predestinado no se puede remover». Pocos meses más tarde, en medio de las hostilidades que empezaba a sentir en su ciudad natal, escribió otro poema con el título «¡Judío!», en donde anuncia que pertenecer al «pueblo elegido» lo obliga a hacerse cargo de «cumplir con el mandato», ese al que parece aludir en su primera entrada sobre el Vigo. Pese a esto, y a que en la familia siempre se habló de que el abuelo quería ser rabino, sus diarios revelan que en realidad quería ser escritor.


Ariel Magnus ( Argentina)
Extracto del libro " El que mueve las piezas". Tusquets Editores (2017)

domingo, octubre 08, 2023

Cauces y causas en el valle del Douro

Mi cuerpo, como siempre, es una caja de sorpresas. Al día siguiente de un viaje de 24 horas cruzando el océano, comienzo con retorcijones y diarrea. Primero le echo la culpa al sándwich de jamón con trozos de panceta que comí en el restaurant de al lado (ah, ¡el jamón ibérico!). Luego señalo a la Coca Cola, esa maldita adicción que evité durante tantos meses, pero con la que me premié en esta primera tarde en la ciudad de Porto. Después me digo que, en realidad, es el cansancio del viaje, el jet lag, las frecuencias extrañas de comidas y bebidas, esas largas horas en las que se está prisionero en un medio de transporte. Sin embargo, las gotas de sangre en el papel muestran lo evidente: la diferencia horaria en la que tomé las pastillas confundió mi sistema endócrino. Lo hice a las 22 horas, pero en realidad eran las 16 horas de Argentina; mi organismo no entiende de husos horarios.

Enfrentémoslo. Estoy menstruando a pesar de los anticonceptivos. Cuando le cuento esto a mi ginecóloga, un mes después, me dice con entusiasmo: “eso demuestra que aún tus hormonas funcionan, que aún no estás en menopausia”. ¡Vaya alegría!

Esa mañana la paso tan mal que, como en mis viejas épocas, no puedo escapar del baño. Llegué a mandar un mensaje a la empresa de turismo que vendría a buscarme para suspender mi recorrida. Afortunadamente el empleado a cargo del WhatsApp se levantó más tarde, perdió el autocarro o el eléctrico, porque no llegó a leerlo. Estuve a punto de frustrar un apasionante paseo por el valle del Douro y su olor a viñedos y su esperanza de calma. Una naturaleza, la mía, quería imponerse sobre otra, aún tan extranjera.

En el bolso me acompañan mis amigos de siempre: la loperamida y la hioscina. Me ordenan el intestino, me dejan continuar en la aventura que esta mañana me propongo.

Hace frío, hay un viento molesto que no duerme, que se revuelca sobre nosotros cuando miramos, desde arriba, las escaleras repletas de viñedos. Pareciera, incluso, que va a llover y me angustia otra vez pensar en los factores que no puedo controlar.


Foto :Myriam Rozenberg
(Tomada el 08.06.23 en Pinhão - Portugal)

En lo alto del valle me atrevo a comer un bacalhau à brás, lo acompaño con vinho verde. Estoy rodeada de gente agradable, un par de amigas españolas, una madre e hija venezolanas que creí que eran hermanas, bellas y cultas, y un matrimonio de jubilados uruguayos a los que distinguí rápidamente por la tonada. La conversación fluye entre Europa y América Latina, se detiene en historias de emigrantes y también de turistas.

Llueve a raudales cuando entramos a la bodega y me prestan un paraguas enorme que cubriría a varias personas. Mis compañeros uruguayos ya venían preparados, se ponen impermeables. Me cuentan que la semana anterior estuvieron en Galicia donde llovió mucho. Hay olor a recuerdos, a brazos que se esfuerzan, a pies que saltan sobre la uva en esta ráfaga de aire de tierra mojada.

                                                                          

Verás el viñedo bajo el sol proclama el valle y asiente el Douro. 
Allí estoy ahora, parada frente a vides ancianas y modernas, como si la lluvia nunca hubiera existido. Algo de la hoja de parra me conmueve, en cada bodega que camino. Hay un rasgo tímidamente insolente en ese racimo que se balancea para terminar siendo un frescor vibrante, una demorada entrega sensual en la boca de un desconocido.


Foto: Myriam Rozenberg
(Tomada el 08.06.23 en Pinhão - Portugal)

                                                                               
Foto: Myriam Rozenberg
(Tomada el 08.06.23 en Pinhão - Portugal)

En Pinhão el río es largo y ancho. En ambas orillas compiten los nombres de adegas: la mayoría elaboran vino Porto de diferentes calidades.  Probé el blanco, el ruby, el tawny.  Todos ellos se entibiaron dentro mío sin darme sobresaltos. (¡Cuánto lo agradezco!) Pienso otra vez en las manos de los obreros que recogieron las uvas, en aquellos pies que las pisaron en silencio, en aquellos otros que luego las trituraron cantando. Ojalá que mi cuerpo adopte ese proceso, asimile esa tranquila cadencia.  Que tampoco el río se salga de su cauce.



jueves, octubre 05, 2023

Úna canción de The Beatles ( para días como éstos)

I´m so tired

I'm so tiredI haven't slept a winkI'm so tiredMy mind is on the blinkI wonder, should I get up and fix myself a drink?No, no, no
I'm so tiredI don't know what to doI'm so tiredMy mind is set on youI wonder should I call youBut I know what you would do
You'd say I'm putting you onBut it's no jokeIt's doing me harmYou know I can't sleepI can't stop my brainYou know it's three weeksI'm going insaneYou know I'd give you everything I've got for a little peace of mind
I'm so tiredI'm feeling so upsetAlthough I'm so tiredI'll have another cigaretteAnd curse Sir Walter RaleighHe was such a stupid git
You'd say I'm putting you onBut it's no jokeIt's doing me harmYou know I can't sleepI can't stop my brainYou know it's three weeksI'm going insaneYou know I'd give you everything I've got for a little peace of mindI'd give you everything I've got for a little peace of mindI'd give you everything I've got for a little peace of mind


Letra y música: John Lennon - Paul Mc Cartney (Reino Unido)
Publicado en el Album Blanco (1968)


Cosas vistas por ahí

 

 
Foto : Myriam Rozenberg
Tomada el 06.06.23 en una calle de Porto, Portugal.

sábado, septiembre 30, 2023

Un poema de Fernando Pessoa

Mar portugués


Mar visto desde Cabo da Roca (Portugal). 

Foto: Myriam Rozenberg (16.06.23)




¡Oh, mar salado, cuánto de tu sal

Son lágrimas de Portugal!

Por cruzarte, ¡cuántas madres lloraron,

Cuántos hijos rezaron en vano!


¡Cuántas novias quedaron sin casarse

Para que fueses nuestro, oh, mar!

¿Valió la pena? Todo vale la pena

Si el alma no es pequeña.

Quien quiere pasar más allá del Bojador

Tiene que pasar más allá del dolor.

Dios le dio peligro y abismo al mar.

Pero es en él donde espejó el cielo.

 



Fernando Pessoa (Portugal)
Publicado originalmente en su libro Mensaje (1934).
Texto recuperado de la página Arquivo Pessoa
Traducción del portugués por Myriam Rozenberg

sábado, septiembre 23, 2023

Un texto de Patrick Girard




La San Antonio y la Victoria se alejaron. Entonces, el capitán general tomó una decisión sorprendente. En vez de enviar a la Trinidad y la Concepción a buscar el paso, mandó poner en el agua dos chalupas e hizo embargar en ellas a una decena de hombres con un tonel de agua y uno de galletas. Estas embarcaciones remontarían el canal a remo y vela, y volverían para presentar su informe. Las tripulaciones manifestaron su satisfacción con aclamaciones. El artillero de la Concepción, Roldán de Argote, un flamenco de rostro rubicundo, se ofreció como voluntario para dirigir la flotilla y eligió cuidadosamente a sus compañeros. Las dos chalupas se hundieron en la bruma y desaparecieron de la vista de las tripulaciones aglutinada en las cubiertas de las dos naves.

Dos días más tarde, hacia el mediodía, el vigía lanzó un grito. Había visto las chalupas, que regresaban a buena marcha. Sus pasajeros hacían grandes señales alegres y gritaban a voz en cuello. Después de subir a bordo de la Trinidad, Roldán de Argote se arrodilló, se hizo la señal de la cruz y presentó su informe. Después de un solo día de navegación por una estrecha entrada, había llegado frente a un promontorio parecido en todo al de las Once Mil Vírgenes. Atracó y trepó hasta la cima: entonces descubrió una inmensa extensión de agua. Era el mar del Sur.

El capitán general lo interrumpió:

- ¿Estás seguro de lo que dices?

-¡Que arda yo en el infierno si miento! Ese mar se extiende hasta el infinito. NO puede ser otro que el que descubrió Balboa junto con la isla de San Miguel. ¡Benditos sean Dios, la Santísima Virgen y Su Glorioso Hijo! Tenía usted razón: el paso existe y, dentro de pronto, llegaremos a las islas Molucas.

Fernando de Magallanes se apartó del resto para ocultar su emoción. Su intuición no lo había engañado. Había presentido la proximidad de ese paso y no había cedido al demonio interior que le sugería renunciar. No cabía en sí de alegría. Al igual que Bartolomé Díaz, de gloriosa memoria, había ido más allá de los límites del mundo conocido al descubrir una ruta hasta entonces inviolada, que unía el mar Océano con el mar del Sur. Podría volver a Sevilla con la frente alta y hacer enmudecer a todos los que lo habían llamado loco o insensato. Lo más importante estaba hecho: lo demás era una simple formalidad. Debería remontar hasta el ecuador y luego dirigirse hacia el oeste para llegar a las Molucas. Era cuestión de pocas semanas y seguramente los vientos le serían favorables, o al menos así lo deseaba.


Extracto del libro "Fernando de Magallanes, el mundo sin límites" de Patrick Girard (Francia)
Editorial El Ateneo (2014)

lunes, septiembre 18, 2023

Una canción popular brasileña en la voz de Clementina de Jesús

Marinero solo

 

Yo no soy de aquí
Marinero solo
Yo no tengo amor
Marinero solo
Yo soy de Bahía
De San Salvador
Oh, marinero, marinero
Quién te enseño a nadar
Marinero solo
Oh, fue la caída del barco
Marinero solo
O fue el balanceo del mar
Marinero solo
Allá viene, allá viene
Marinero solo
El viene risueño
Marinero solo
Todo de blanco
Marinero solo
Con su pequeño gorro
Marinero solo


Canción popular (Brasil)
Hay muchas versiones de esta canción.
Elijo la versión de Clementina de Jesús
https://www.youtube.com/watch?v=EE-VSyWkQcY
Traducción del portugués por Myriam Rozenberg

lunes, septiembre 11, 2023

Un poema de Tracy K. Smith

Trabajo del alma

 

Es propio de uno alimentarse. Es propio de uno escindirse.
Es propio de uno ser doblegado por la avaricia.
Es propio de uno la lucha. Es propio de uno ser estrangulado por la vida.
Es propio de uno ser llamado y resucitar.
Es propio de uno mirar el fuego a los ojos.
Es propio de uno la atadura al placer.
Es propio de uno ser tomado cautivo por el poder.
Es propio de uno poner a una nación de rodillas desnuda
en guerra. Es propio de uno el arrobamiento de las horas robadas.
Es propio de uno ser llamado todavía acobardado.
Es propio de uno defender a los muertos.
Es propio de uno sufrir hasta que el ego se despoje.
Es propio de uno babear el néctar de la maldad
Solo es propio de uno rodar una piedra colina arriba.
Es propio de uno agacharse
sobre leña húmeda en nieve profunda
persuadiendo a la fina columna
de humo cauteloso.
Es solamente propio de uno temblar.
Es solamente propio de uno respirar.



Tracy K. Smith (Estados Unidos)
Publicado en https://poets.org/poem/soulwork
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

 

domingo, septiembre 03, 2023

Una canción de José Afonso

Ronda de las endiabladas


Estaban todas juntas
Cuatrocientas brujas
A la espera, a la espera
A espera de la luna llena

Estaban todas juntas
Vino un cabrito * viejo
A danzar en el camposanto
Alguien murió

Arlindo sepulturero
Con tu joroba
Llévame primero
Para la tumba abierta

Arlindo Arlindo
Bailarín de las hadas
Ve saltando en un pie
Cávame la morada

Arlindo sepulturero
Cávame la morada
Ciérrame la tumba
Quiero campa rasa**

Arlindo Arlindo
Bailarín de las hadas
Ve saltando en un pie
Cávame la morada



Ronda das Mafarricas (canción de António Quadros y José Afonso (Portugal)
Publicada en el disco "Cantigas do Maio" (1971)
Traducida del portugués por Myriam Rozenberg

----

Es increíble que un texto que aparenta ser sencillo, tenga ciertas dificultades en la traducción.


*chibo: en portugués puede ser un cabrito o chivito, pero, también, en el lenguaje popular, un traidor.
Teniendo en cuenta la época en que se escribió esta canción, quizás tenga más sentido la última versión.

** campa rasa: preferí dejar la expresión tal cual porque se parece al español "campo raso", que es un terreno en el que no hay nada, ni siquiera árboles. En portugués indica una tumba que no tiene monumento ni mausoleo, algo sencillo.

viernes, septiembre 01, 2023

¿Es este alboroto lo que vinimos a presenciar?

Hace un par de semanas fuimos con mi sobrino a ver una obra de teatro llamada " Un almuerzo argentino". En otro posteo voy a contar algunas cosas de la obra, que se conectan con otra que vi el domingo pasado " La papa".
Pero quiero detenerme en un momento, en el inicial, en el principio de la obra.
Se trata de un almuerzo familiar, y, desde el otro lado del escenario, vemos una casa, a la que van entrando los invitados. En esa instancia, como suele suceder, todos los familiares se saludan y se hacen preguntas generales.
Los espectadores vemos un bullicio, un caos.
Hacemos un esfuerzo por atender a alguno de esos diálogos.

Un par de personajes hablan cerca de un mueble, otros atrás de la mesa, aquellos cerca de la puerta, algunos se van sentando. No sabemos dónde poner el oído ni la vista, movemos la cabeza hacia un lado y hacia el otro, desorientados.
¿Es este alboroto lo que vinimos a presenciar?
Esa simultaneidad me trajo a la memoria ese instante sublime del cuento El Aleph de Borges.
Ser testigo de lo que sucede todo junto, la confusión, el desorden, lo que transcurre amontonado en cada fracción no medible del tiempo.
Solo D-s conoce los íntimos secretos del mundo en forma sincrónica. El ser humano no está capacitado para eso; y si pudiera, podría llegar a enloquecer.

No nos ha sido dado ese poder y agradezcamos, también, estar libres de tanto conocimiento.